Por: Mara Ortega Acuña
Las normas especiales que se expidieron al inicio de la década de los 90s y que tenían por objeto “consagrar estímulos que orienten el desarrollo comercial y turístico en los Municipios de Maicao, Uribia y Manaure, con el propósito de desarrollar en ellos la actividad económica y permitir su integración al proceso de apertura económica” (D.1706 de 1992) deben ser revisadas de manera estructural y, con el único fin de mantener la sostenibilidad de la economía de la región.
Esta reflexión, a la que invitamos de manera respetuosa a todos los actores sociales de la Zona de Régimen aduanero especial de Maicao, Uribia y Manaure y a los del departamento de la Guajira en general, esta relacionada precisamente con la fundamentación misma del citado decreto “Que el parágrafo 1o. del artículo 3o. de la Ley 9ª de 1991 establece que con sujeción a los principios y a las demás disposiciones contenidos en el Título I de la misma, y en la Ley 6ª de 1971, el Gobierno podrá expedir regulaciones aduaneras de carácter especial adecuadas a las necesidades específicas de las Costas Atlántica y Pacífica”, es decir con la identificación de nuestras necesidades reales en materia de crecimiento económico.
En el Plan Estratégico para el desarrollo sostenible de la ZRAE 2005-2014, esta inquietud se establece desde su objetivo: como generar alternativas económicas diferentes, a partir del fortalecimiento de la Zona, mirada ésta como un instrumento transicional.
La sociedad humana se caracteriza precisamente por su condición dinámica de permanente evolución hacia mejores formas de vida, en ese sentido, plantear una revisión de la conveniencia o no, de permanecer en un marco normativo especial, no es sino mostrarse en consonancia con la dialéctica de la evolución social.
La globalización y su hija, la glocalización, entendida esta última como el intento por entender el actual proceso de transformación como un engarze entre la dinámica local y global, nos obliga a repensarnos. Ser competitivos es la apuesta general de todas las formas de producción y de venta de bienes y servicios, sin esa posibilidad estamos fuera del mundo, somos etéreos.
Así las cosas, dentro de este proceso de revisión propuesto, vemos grandes posibilidades para iniciarnos en una eventual etapa de transición del régimen especial hacia el régimen ordinario o general.
Organizar a Maicao, en su condición de área de frontera viva, como el más importante puerto seco de Colombia, tal y como lo expresa el Plan de Desarrollo Municipal 2008-2011 “Maicao, compromiso serio para Avanzar” que no es otra cosa que plasmar en lo local un propósito del Gobierno Nacional, que por estar plasmado en el Plan de Desarrollo Nacional 2006-2010 y en la Visión Colombia 2019, se convertirá en el próximo mes de agosto en un documento Conpes, que contendrá el Plan Nacional de Logística, como política pública. Es aprovechar nuestra condición estratégica entre Colombia y Venezuela y, entre estos y el gran Caribe, Panamá y el mundo.
Pero para que esto sea así, debemos pensar en invertir en lo local en infraestructura y equipamiento, a efectos de atraer la inversión privada que a fin de cuentas será la gran promotora de las zonas primarias aduaneras que en Paraguachón se instalen. A esto deben apostarle con fuerza el Departamento y el Municipio, primordialmente con recursos FONDEG, para dar sentido al propósito de las leyes 677 de 2001 y 1087 de 2006, pero de igual manera con regalías, recursos propios y SGP, es decir hacer una gran bolsa común para enfrentar el más grande reto económico que, a corto plazo, podamos implementar en todo el departamento.
Para lograr todo este propósito es obvio que con una “capitis diminutio” legal, como lo es la normatividad aduanera especial o, paternalista como se asumió la ley de frontera, no lo vamos a lograr. Si nos vamos a insertar en procesos de globalización, lo tendremos que hacer con normas de carácter ordinario y para competir, solo necesitamos de condiciones iguales para aprovecharnos de nuestras propias ventajas.
La reforma a la ley de frontera, nos cae de perlas en la medida en que podremos proponer entre otros, que limitando a las entidades territoriales en su interrelación con los países vecinos, no permite avanzar en el concepto de la glocalización; es autorizando a los gobernantes locales a suscribir motu propio, alianzas estratégicas con los gobiernos vecinos, que les permita realizar desarrollos conjuntos en materia de planeación, por ejemplo, con el fin de vencer los obstáculos generados por la falencias en infraestructura de servicios y conectividad, asociados siempre a la condición marginal que tienen las fronteras en los niveles centrales, en donde estas, son asumidas más como zonas de distensión y de defensa militar, que como asentamientos humanos factibles de desarrollo.
Las normas especiales que se expidieron al inicio de la década de los 90s y que tenían por objeto “consagrar estímulos que orienten el desarrollo comercial y turístico en los Municipios de Maicao, Uribia y Manaure, con el propósito de desarrollar en ellos la actividad económica y permitir su integración al proceso de apertura económica” (D.1706 de 1992) deben ser revisadas de manera estructural y, con el único fin de mantener la sostenibilidad de la economía de la región.
Esta reflexión, a la que invitamos de manera respetuosa a todos los actores sociales de la Zona de Régimen aduanero especial de Maicao, Uribia y Manaure y a los del departamento de la Guajira en general, esta relacionada precisamente con la fundamentación misma del citado decreto “Que el parágrafo 1o. del artículo 3o. de la Ley 9ª de 1991 establece que con sujeción a los principios y a las demás disposiciones contenidos en el Título I de la misma, y en la Ley 6ª de 1971, el Gobierno podrá expedir regulaciones aduaneras de carácter especial adecuadas a las necesidades específicas de las Costas Atlántica y Pacífica”, es decir con la identificación de nuestras necesidades reales en materia de crecimiento económico.
En el Plan Estratégico para el desarrollo sostenible de la ZRAE 2005-2014, esta inquietud se establece desde su objetivo: como generar alternativas económicas diferentes, a partir del fortalecimiento de la Zona, mirada ésta como un instrumento transicional.
La sociedad humana se caracteriza precisamente por su condición dinámica de permanente evolución hacia mejores formas de vida, en ese sentido, plantear una revisión de la conveniencia o no, de permanecer en un marco normativo especial, no es sino mostrarse en consonancia con la dialéctica de la evolución social.
La globalización y su hija, la glocalización, entendida esta última como el intento por entender el actual proceso de transformación como un engarze entre la dinámica local y global, nos obliga a repensarnos. Ser competitivos es la apuesta general de todas las formas de producción y de venta de bienes y servicios, sin esa posibilidad estamos fuera del mundo, somos etéreos.
Así las cosas, dentro de este proceso de revisión propuesto, vemos grandes posibilidades para iniciarnos en una eventual etapa de transición del régimen especial hacia el régimen ordinario o general.
Organizar a Maicao, en su condición de área de frontera viva, como el más importante puerto seco de Colombia, tal y como lo expresa el Plan de Desarrollo Municipal 2008-2011 “Maicao, compromiso serio para Avanzar” que no es otra cosa que plasmar en lo local un propósito del Gobierno Nacional, que por estar plasmado en el Plan de Desarrollo Nacional 2006-2010 y en la Visión Colombia 2019, se convertirá en el próximo mes de agosto en un documento Conpes, que contendrá el Plan Nacional de Logística, como política pública. Es aprovechar nuestra condición estratégica entre Colombia y Venezuela y, entre estos y el gran Caribe, Panamá y el mundo.
Pero para que esto sea así, debemos pensar en invertir en lo local en infraestructura y equipamiento, a efectos de atraer la inversión privada que a fin de cuentas será la gran promotora de las zonas primarias aduaneras que en Paraguachón se instalen. A esto deben apostarle con fuerza el Departamento y el Municipio, primordialmente con recursos FONDEG, para dar sentido al propósito de las leyes 677 de 2001 y 1087 de 2006, pero de igual manera con regalías, recursos propios y SGP, es decir hacer una gran bolsa común para enfrentar el más grande reto económico que, a corto plazo, podamos implementar en todo el departamento.
Para lograr todo este propósito es obvio que con una “capitis diminutio” legal, como lo es la normatividad aduanera especial o, paternalista como se asumió la ley de frontera, no lo vamos a lograr. Si nos vamos a insertar en procesos de globalización, lo tendremos que hacer con normas de carácter ordinario y para competir, solo necesitamos de condiciones iguales para aprovecharnos de nuestras propias ventajas.
La reforma a la ley de frontera, nos cae de perlas en la medida en que podremos proponer entre otros, que limitando a las entidades territoriales en su interrelación con los países vecinos, no permite avanzar en el concepto de la glocalización; es autorizando a los gobernantes locales a suscribir motu propio, alianzas estratégicas con los gobiernos vecinos, que les permita realizar desarrollos conjuntos en materia de planeación, por ejemplo, con el fin de vencer los obstáculos generados por la falencias en infraestructura de servicios y conectividad, asociados siempre a la condición marginal que tienen las fronteras en los niveles centrales, en donde estas, son asumidas más como zonas de distensión y de defensa militar, que como asentamientos humanos factibles de desarrollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario