El 1º. de los corrientes cumplió sus 43 años de existencia el Departamento de la Guajira, 43 largos años de lucha permanente contra todo por que infortunadamente a este pedazo de la patria colombiana le ha tocado sufrir: la indiferencia de regímenes nacionales que no quisieron brindarle la oportunidad de desarrollo a gentes que han superado, con decisión y de coraje, todas las vicisitudes que le han salido al paso.
Problemas de vías de comunicación, de servicios públicos y sobretodo de educación y agua potable, azotan con saña esta parte del territorio nacional.
Afortunadamente tres o cuatro décadas atrás sus habitantes han tomado conciencia de las necesidades primas y han obtenido del gobierno central las ayudas necesarias para vencer las sequías y para organizar una economía que depende en gran parte de la importancia que el Gobierno Nacional de a la explotación de sus minas de carbón, a las grandes salinas y al turismo por los exóticos parajes del entorno.
Aún así, La Guajira requiere de un mayor sentido de pertenencia de sus hijos y de la decidida ayuda de los gobiernos centrales, que le brinden la oportunidad de desarrollo, mediante el manejo directo de una economía, hoy dependiente del comercio internacional con Venezuela y las Islas Caribeñas con las que realiza los mayores intercambios nacionales.
Las últimas administraciones departamentales de La Guajira han contado con la ventaja plausible de profesionales jóvenes que tienen cabal conocimiento de las necesidades más urgentes de su departamento y alrededor de ellos han montado toda la intención administrativa.
Hacemos votos porque en adelante los vientos de bonanza le asistan a esa tierra que merece mejor suerte, para lo cual es menester la ayuda decidida de la Nación.
Obras como la represa del río Ranchería, la implementación de un buen sistema de salubridad, la correcta explotación de la minería y el mejoramiento de las vías de comunicación, son, a no dudarlo, el norte de este pueblo, que merece por su tradición y coraje un mejor estatus dentro de los pueblos civilizados del país.
Nuestros parabienes para La Guajira hermana en su onomástico.
Problemas de vías de comunicación, de servicios públicos y sobretodo de educación y agua potable, azotan con saña esta parte del territorio nacional.
Afortunadamente tres o cuatro décadas atrás sus habitantes han tomado conciencia de las necesidades primas y han obtenido del gobierno central las ayudas necesarias para vencer las sequías y para organizar una economía que depende en gran parte de la importancia que el Gobierno Nacional de a la explotación de sus minas de carbón, a las grandes salinas y al turismo por los exóticos parajes del entorno.
Aún así, La Guajira requiere de un mayor sentido de pertenencia de sus hijos y de la decidida ayuda de los gobiernos centrales, que le brinden la oportunidad de desarrollo, mediante el manejo directo de una economía, hoy dependiente del comercio internacional con Venezuela y las Islas Caribeñas con las que realiza los mayores intercambios nacionales.
Las últimas administraciones departamentales de La Guajira han contado con la ventaja plausible de profesionales jóvenes que tienen cabal conocimiento de las necesidades más urgentes de su departamento y alrededor de ellos han montado toda la intención administrativa.
Hacemos votos porque en adelante los vientos de bonanza le asistan a esa tierra que merece mejor suerte, para lo cual es menester la ayuda decidida de la Nación.
Obras como la represa del río Ranchería, la implementación de un buen sistema de salubridad, la correcta explotación de la minería y el mejoramiento de las vías de comunicación, son, a no dudarlo, el norte de este pueblo, que merece por su tradición y coraje un mejor estatus dentro de los pueblos civilizados del país.
Nuestros parabienes para La Guajira hermana en su onomástico.
"El Informador"
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