Con agua de jagüeyes, un grupo de indígenas wayuu, pertenecientes a siete comunidades de la península Guajira, sacian su sed. Sucede que desde hace cuatro meses carecen del importante líquido debido a fallas técnicas y mecánicas en los molinos de viento que extraen el agua del subsuelo.
La angustia por la falta de este vital elemento se registra en el kilómetro 14, vía que de Riohacha conduce a Valledupar, en donde las comunidades de la ranchería Los Olivos; Maliraa - fruto de un árbol silvestre; La Sabana, Tolopanakap-la pasionaria; Juluaipa-planta silvestre; Paruluwain-pichiguel y Santa Lucía, claman sin cesar por el vital servicio.
Los nativos de esas zonas, los que no tienen la posibilidad de un transporte, se ven en la imperiosa obligación de recoger el agua de los jagüeyes que se encuentran alrededor de los asentamientos para el consumo diario de sus hogares. Así las cosas, cocinar, beber y bañarse se hace con agua no apta para humanos.
“Es la que consumen los animales de cría y se encuentran babosas y verdes, además de estar contaminadas por lo que se encuentran al aire libre sin ninguna protección”, coinciden los wayuu.
Esmeralda Ramírez, habitante y docente del centro etnoeducativo Kamuchasai en la comunidad de Los Olivos, cerca de la Ranchería del mismo nombre, manifestó que los wayuu tratan de arreglar a veces los molinos de viento, pero como no es un arreglo técnico o profesional, duran en servicio apenas quince o veinte días.
Al molino de la comunidad La Sabana hace un mes se le llevaron los motores y a la fecha no los han reinstalado.
La gran preocupación de los wayuu es que la población infantil se enferme y además, estos no asisten a clases.
Los sedientos wayuu le piden al Gobernador de La Guajira solucionar prontamente el problema para evitar futuras protestas. Solo Comfamiliar colabora con el envío de carrotanques.
"El Heraldo"
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