Por: Philip Potdevin
El ataque de la semana pasada a la infraestructura ferroviaria de La Guajira, en la línea que conduce de la mina del Cerrejón a Puerto Bolívar, fue un hecho gravísimo y, a la vez, revelador de la presente coyuntura del país.
Grave porque se atenta contra la Nación, contra su infraestructura, contra el empleo, contra la seguridad y contra la credibilidad de Colombia ante inversionistas y naciones extranjeras. Es también revelador del carácter terrorista de la guerrilla y de su falta absoluta de tacto. Los que creen que con ‘Alfonso Cano’ emerge en la guerrilla un ala política deben revisar su creencia. La guerrilla está acorralada, en su peor momento histórico desde su creación, herida de gravedad por los sucesivos golpes por parte del Ejército Nacional y de sus propias miembros y agravada aún más por la muerte de ‘Tirofijo’, ya sea de muerte natural o víctima del asedio de las Fuerzas Militares.
Por ello, el ataque a la línea férrea guajira es una muestra del desespero por mostrarse fuerte y con capacidad de hacerle daño al país. Las ONG y los observatorios sociales que tienen un ojo puesto en la Nación deben tomar nota. El hecho de que no hubiera víctimas es providencial, pero no por ello deja de ser grave.
A la vez, es notable la respuesta del presidente Álvaro Uribe, con un consejo de seguridad al día siguiente en Riohacha y las manifestaciones de la Asamblea Departamental y del propio sindicato de trabajadores del Cerrejón, todos unidos, para manifestar su rechazo y repudio a un hecho de esta naturaleza.
Ante los inocultables vínculos entre Chávez y la guerrilla, revelados por las entrañas del computador de ‘Raúl Reyes’, entre ellos el santuario brindado en tierras venezolanas a las Farc, al otro lado de la frontera guajira y en otros lugares de la vasta zona limítrofe, no hay que ser sabio ni pitonisa para intuir los intereses que pueda haber detrás del atentado. Además, éste coincidió con la voladura de cuatro torres de energía del sistema interconectado entre Colombia y Venezuela.
La Guajira, en el juego geopolítico de la región, tiene una importancia vital. Colombia entera debe conocer y estar orgullosa de su valor, no sólo como fuente de recursos naturales sino en su rica tradición cultural y étnica.
Es el departamento con mayor población indígena del país. Los wayuú, principal grupo indígena de La Guajira, posee una de los mayores acervos culturales entre las múltiples etnias de Colombia. El Cabo de la Vela es uno de los lugares más bellos de la geografía nacional y el potencial que tiene la región en desarrollo industrial, turístico y cultural es enorme.
Las altas regalías que recibe el departamento, fruto de la extracción del carbón, están siendo encausadas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes e inyectar progreso a sus municipios. Hay cuatro nuevas fundaciones, impulsadas por la empresa Cerrejón, que están comenzando a canalizar recursos internacionales para alcanzar estos objetivos.
Por lo tanto, La Guajira es un patrimonio vital de Colombia, al igual que cada uno de los rincones de nuestra geografía. Los colombianos debemos ser conscientes de ello y saber que por ningún motivo debemos permitir que se atente contra ella.
Grave porque se atenta contra la Nación, contra su infraestructura, contra el empleo, contra la seguridad y contra la credibilidad de Colombia ante inversionistas y naciones extranjeras. Es también revelador del carácter terrorista de la guerrilla y de su falta absoluta de tacto. Los que creen que con ‘Alfonso Cano’ emerge en la guerrilla un ala política deben revisar su creencia. La guerrilla está acorralada, en su peor momento histórico desde su creación, herida de gravedad por los sucesivos golpes por parte del Ejército Nacional y de sus propias miembros y agravada aún más por la muerte de ‘Tirofijo’, ya sea de muerte natural o víctima del asedio de las Fuerzas Militares.
Por ello, el ataque a la línea férrea guajira es una muestra del desespero por mostrarse fuerte y con capacidad de hacerle daño al país. Las ONG y los observatorios sociales que tienen un ojo puesto en la Nación deben tomar nota. El hecho de que no hubiera víctimas es providencial, pero no por ello deja de ser grave.
A la vez, es notable la respuesta del presidente Álvaro Uribe, con un consejo de seguridad al día siguiente en Riohacha y las manifestaciones de la Asamblea Departamental y del propio sindicato de trabajadores del Cerrejón, todos unidos, para manifestar su rechazo y repudio a un hecho de esta naturaleza.
Ante los inocultables vínculos entre Chávez y la guerrilla, revelados por las entrañas del computador de ‘Raúl Reyes’, entre ellos el santuario brindado en tierras venezolanas a las Farc, al otro lado de la frontera guajira y en otros lugares de la vasta zona limítrofe, no hay que ser sabio ni pitonisa para intuir los intereses que pueda haber detrás del atentado. Además, éste coincidió con la voladura de cuatro torres de energía del sistema interconectado entre Colombia y Venezuela.
La Guajira, en el juego geopolítico de la región, tiene una importancia vital. Colombia entera debe conocer y estar orgullosa de su valor, no sólo como fuente de recursos naturales sino en su rica tradición cultural y étnica.
Es el departamento con mayor población indígena del país. Los wayuú, principal grupo indígena de La Guajira, posee una de los mayores acervos culturales entre las múltiples etnias de Colombia. El Cabo de la Vela es uno de los lugares más bellos de la geografía nacional y el potencial que tiene la región en desarrollo industrial, turístico y cultural es enorme.
Las altas regalías que recibe el departamento, fruto de la extracción del carbón, están siendo encausadas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes e inyectar progreso a sus municipios. Hay cuatro nuevas fundaciones, impulsadas por la empresa Cerrejón, que están comenzando a canalizar recursos internacionales para alcanzar estos objetivos.
Por lo tanto, La Guajira es un patrimonio vital de Colombia, al igual que cada uno de los rincones de nuestra geografía. Los colombianos debemos ser conscientes de ello y saber que por ningún motivo debemos permitir que se atente contra ella.
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