sábado, 26 de diciembre de 2009

Una indígena Wayúu, creadora del mejor producto en Expoartesanías 2009


"Este es un reconocimiento para las mujeres de mi comunidad que luchamos para que nuestras tradiciones no desaparezcan", dice Robles, de 48 años, quien se puso a llorar cuando supo que había ganado el premio. Le ganó a 852 artesanos del país.

Según el coordinador de moda de Artesanías de Colombia, Juan Pablo Socarrás, esta artesana es el vivo ejemplo de la visión vanguardista de todo buen diseñador.

Aura sabe bien que, para sobrevivir en el mercado artesanal, debe diversificar. Por eso combina las técnicas con las que elabora chinchorros y mochilas, en la creación de productos que sean útiles, en sus palabras, para los arijunas (blancos). Cojines, caminos de mesa, tendidos de cama y telas decorativas como la ganadora (que se usa como mantel o prenda de vestir) hacen parte de sus propuestas.

Aura heredó el oficio de su abuela y su madre en la ranchería de Paradero, a una hora de Riohacha (La Guajira). Allí, entre chivos y gallinas, vivió con su familia hasta 1992, cuando con su esposo y sus dos hijos salió desplazada por la violencia.

Empezó de niña haciendo chinchorros para muñecas de barro (wayunquerras) con las que jugaba y que ella esculpía. Poco a poco, fue aprendiendo el arte de los telares, que la ha llevado dos veces a ferias artesanales en Israel.

Hoy Aura vive con su esposo en el municipio guajiro de Barrancas, donde dirige una asociación de 50 artesanas, llamada Ayataín (en su lengua significa trabajo).

Ella y sus compañeras venden sus creaciones en diferentes partes de Colombia y el mundo, y trabaja para diseñadores como Amelia Toro y Hernán Zajar. Aunque vive orgullosa de su oficio, considera que la labor de los artesanos colombianos es subestimada, y que de este trabajo no se puede vivir. Según ella, una wayúu no se gana más de 160.000 pesos durante un mes, tiempo sólo les alcanza para elaborar dos mochilas.

Los artesanos de su región deben ganarse el sustento con oficios alternos. Ella tiene unas cabezas de ganado. Por eso, uno de sus sueños es que a sus colegas les asignen subsidios para con esas ayudas mejorar su calidad de vida.

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